“No temas porque yo estoy
contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”
(Isaías 41:10)
¿Qué tal
están hoy niños y niñas? ¿Sonrientes? O quizá un poquitín con la cara jaladita
pues algo les hace tener temor…Mmmm, haber, voy a hacerles una pregunta más
clara… ¿Le tienen miedo a la obscuridad? ¿Le temes a los rayos cuando llueve?
¿A que le temes? ¿A estar solos, solas?
¿Sabes?
muchas veces en nuestra vida hemos sentido miedo a alguien o a algo, esto
quizá, nos ha hecho correr, temblar, cerrar los ojos, llorar, o hasta
gritar…sea lo que sea que nos ha provocado el que nos sintamos atemorizados,
debemos saber que Dios está con nosotros y nos cuida.
Aunque no
lo podamos ver físicamente, a través de nuestra fe podemos estar seguros que él
nos está mirando, y a la vez guardando de todo peligro, de todo aquello que
podría hacernos sentir amenazados.
Te voy a
recordar la historia de un hombre llamado Daniel…él amaba mucho a Dios, y
platicaba con él, tres veces al día… ¿Cuantas veces platicas tú, con Jesús?…
bueno, luego hablamos sobre eso, mientras déjame decirte que Daniel nunca
dejaba de platicar con el Señor, pero habían unos hombres malos quienes no lo
querían, al contrario deseaban hacerle algo malo.
Un día
los hombres malos le dijeron al rey de ese país y para quien Daniel
trabajaba…que hiciera una ley que dijera que en treinta días nadie debía adorar
a ningún dios, sino solo al rey de ese país, si alguien no cumplía con esa ley
tendría que ser echado a un foso que estaría lleno de leones hambrientos… esto
lo hicieron para hacerle daño a Daniel pues sabían que él no podría dejar de
adorar al verdadero Dios… ¿Qué malos verdad?
Pues
bien, el Rey firmó la ley, sin darse cuenta que eso le traería muchos problemas
a Daniel a quien él quería mucho.
Al haber
conseguido los hombres malos que se aprobara la ley, comenzaron a espiar a
Daniel con el propósito de sorprenderlo hablando con Dios y así poder acusarlo
delante del rey… y ¡lo lograron! Vieron como abría las ventanas de su
habitación, se ponía de rodillas y comenzaba a adorar al Señor, esto fue
aprovechado por los hombres y corrieron a acusarlo delante del Rey.
Por haber
desobedecido a la ley, nuestro amigo Daniel debía ser lanzado al foso para que
los leones se lo comieran… cuando lo supo el rey se puso muy triste, pero no
podía hacer nada, así que Daniel tuvo que ser lanzado al foso con los leones.
Pero ¿Sabes
que paso?
Dios no
dejó solo a Daniel, él envió a un ángel para que no permitiera que los leones
se lo comieran… porque Dios estaba con él.
Hay
quienes creen que es imposible que esto haya sucedido, pero la Biblia, la Palabra
de Dios lo registra en el libro que lleva el nombre del protagonista de éste
relato.
Amiguito,
amiguita quiero invitarte a que jamás olvides que Jesús te ama, él está
contigo, como lo estuvo con Daniel, él está conmigo, con todos aquellos que
confiamos en él, y no dejara que nada nos haga daño, él nos cuidará siempre… y
así como a Daniel los leones no le hicieron ni un rasguño, a ti y a mí ni el
diablo ni nada nos podrá hacer daño pues El Señor nos defiende
Cada día
tenemos la oportunidad de poder hablar con Jesús… cuéntale sobre eso que te
hace sentir temor, déjalo en sus manos y el hará, te librará de tus temores.
Recuerda:
¡DIOS ESTA CONTIGO!
A
TRABAJAR CON LAS MANOS:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario