“EL FRUTO” ( DEVOCIONAL MES DE JUNIO)


Toda rama que en mí no lleva fruto, lo quita. Juan 15:2

Fruto. Esta es una interpretación de la palabra siguiente: Vid, Labrador, Rama, y ahora Fruto. ¿Qué tiene que decirnos El Se­ñor sobre el fruto? Esto, simplemente: que el fruto es aquello para lo que existe la rama, y que si la rama no lleva fruto, el labrador la quita. La Vid es la gloria del labrador; la rama es la gloria de la vid; y el fruto es la gloria de la rama; si la rama no lleva fruto, no hay gloria o valor en ella, por lo tanto es una ofensa y un estorbo, entonces el labrador quitará la rama. La única razón para la existencia de una rama es la marca o señal de ser fructífera como verdadera rama de la vid celestial; la principal con­dición para que se le permita por parte del Divino La­brador participar de la vida a la Vid es: que traiga fruto.

Y ¿Qué es el fruto? Es algo que lleva la rama, no para sí misma, sino para el propietario; algo que es recolectado y que alguien se lleva. La rama re­cibe, en verdad, savia para su propia vida, por medio de la cual se hace más gruesa y más fuerte. Pero esta provisión para su propio mantenimiento está en­teramente subordinada al cumplimiento del propósito de su existencia: que es traer fruto. Es esa la causa porque los cristianos no entienden o aceptan esta verdad o que fallan en sus esfuerzos y en sus oraciones para vivir la vida de la rama. A veces la desean con sin­ceridad; leen, meditan y oran, y, aún con todo eso fracasan, y se preguntan ¿Por qué?. La razón es muy simple: no saben que el dar fruto es aquello para lo que existen. De la misma manera que Cristo pasó a ser la verdadera Vid con sólo un objetivo, tú has sido hecho rama también con un solo objetivo: que es el de dar fruto para la salvación de otros hombres. La Vid y la rama están igualmente bajo la ley establecida de dar fruto como razón de su existencia. Cristo y el cre­yente, la Vid celestial y la rama, tienen en el mundo el mismo propósito exclusivo de transmitir el amor salvador de Dios a los hombres. De ahí las solemnes palabras: «Toda rama que en mí no lleva fruto, lo quita

Tengamos muy presente esta posible gran equivo­cación. Muchos cristianos piensan en su propia sal­vación como la primera cosa; su vida temporal y su prosperidad, con el cuidado de su familia a continua­ción; y que el tiempo e interés que le quedan pueden ser dedicados a llevar fruto para salvar a otros hom­bres. No es de extrañar que en muchos casos quede muy poco tiempo e interés. No. Cristiano, el objeto por el cual has sido hecho miembro del cuerpo de Cristo es que la Cabeza pueda usarte para llevar a cabo su obra salvadora. El objeto por el que Dios te ha hecho una rama es que Cristo pueda llevar vida a otros a través de ti. Tu salvación personal, tu negocio y el cuidado de tu familia están enteramente subordinados a esto. Tu primer objetivo en la vida, cada día, debe ser saber cómo desea Cristo que lleves a cabo sus propósitos.

Empecemos a pensar como Dios piensa. Acepte­mos las enseñanzas de Cristo y respondamos a ellas. El propósito por el cual soy una rama y la marca de ser una verdadera rama es la condición para perma­necer y crecer, de que lleve el fruto de la Vid celes­tial a los que están muriendo. Y aquello de que estoy perfectamente seguro es que, con Cristo como Vid y El Padre como Labrador, puedo ser verdaderamen­te una rama fructífera.

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Ore a su Señor así:

Querido Padre: Tú vienes a buscar fruto. Enséñanos, te rogamos, a comprender cuan verdaderamente es éste el objetivo de nuestra existencia y nuestra unión con Cris­to. Haz el deseo esencial de nuestros corazones el ser ramas, tan llenas del Espíritu de la Vid, que llevemos fruto abundantemente.


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