LA DISPUTA DE LOS COLORES (Miércoles 8 de Enero 2020)






 Eclesiastés 4:9-12



Un día los colores del mundo empezaron a discutir entre ellos,
ya que cada uno pretendía ser el mejor, el más importante,
el más bello, el más útil y favorito de todos.
El verde afirmó: “Yo soy el más esencial, es innegable.
Represento la vida y la esperanza. He sido escogido como la hierba,
los árboles y las hojas. Sin mí, los animales morirían.
Mirad el campo y veréis que soy el que más presente está”
El azul tomó la palabra: “Tú solo piensas en la tierra,
pero olvidas el cielo y el océano. El agua es la base de la vida.
Y el cielo nos da espacio, paz y serenidad. Sin mí,
ninguno de vosotros seríais nada”.
El amarillo se rió ante esas palabras: “¡Que gracia me hacéis los dos!. Yo aporto
lar risa, la alegría y el calor al mundo. La prueba es que el sol
es amarillo al igual que la luna y las estrellas.
Y si miráis al girasol, él os mostrará que yo soy la vida,
sin mí, no habría ningún placer en esta vida”.
La naranja elevó su voz entre el tumulto: “Soy el color de la salud y de la fuerza.
Tal vez me ven menos a menudo que a vosotros, pero soy útil para las necesidades de la
vida humana. Transporto las vitaminas más importantes.
Pensad en las zanahorias, en las calabazas, en los mangos y papayas.
No estoy presente todo el tiempo, pero cuando coloreo el cielo en los amaneceres
o atardeceres mi belleza es tal que ya no se fija solo en
vosotros, se fija en mí.
El rojo, que se había mantenido al margen hasta ese momento,
tomó la palabra alto y fuerte: “Soy el jefe de todos los colores,
porque soy la sangre, la energía de la vida. Soy el color del peligro y de la valentía.
Siempre estoy dispuesto a pelearme por una causa.
Sin mí, la tierra estaría vacía como la luna.
Soy el color de la pasión y del amor, de la rosa roja,
de la poinsetia y de las amapolas”
El púrpura se levantó y habló dignamente: “Yo soy el color de la realeza y del poder.
Los reyes, los jefes y los obispos me escogieron porque soy el signo de la autoridad y de la
sabiduría. La gente no me interroga, me escuchan y obedecen”
Finalmente el índigo tomo la palabra con mucha más calma que los demás pero con
la misma determinación: “Pensad en mí, soy el color del silencio.
Quizás no me hayáis visto, pero sin mí, seríais insignificantes.
Represento el pensamiento y la reflexión, la sombra del crepúsculo y las profundidades
del agua. Me necesitáis para el equilibrio, el contraste
y la paz interior”
Y así, los colores, continuaron jactándose convencidos cada uno de ellos de su propia
superioridad. Su disputa se hizo cada vez más fuerte.
Pero de repente, un relámpago apareció en el cielo y el trueno gruñó.
La lluvia comenzó a caer fuerte e, inquietos, los colores se acercaron unos a otros para
sentirse más seguros.
Y en medio del clamor la lluvia tomó la palabra:
¡No dejáis de discutir y cada uno intentar mandar sobre los demás!
¿No sabéis que cada uno de vosotros existís por una razón especial, única y diferente?
Juntad vuestras manos y venid conmigo”. -Los colores obedecieron-
Y la lluvia prosiguió: “De ahora en adelante, cuando llueva,
cada uno de vosotros atravesará el cielo para formar un gran arco de colores
y demostrar que podéis vivir juntos en armonía. El arco iris es un signo de esperanza para
la vida y cada vez que la lluvia lave el mundo,
un arco iris aparecerá en el cielo, para recordar al mundo que debemos amarnos
los unos a los otros.” Y para que aprendamos que Dios formó todos los colores para hacer un gran equipo, su hermosa creación.


A trabajar con las manos:


Hacer un hermoso arcoíris y escribir el texto bíblico de la semana.

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