DOS MILAGROS PARA SHEYLA (Miercoles 15 de mayo 2019)







En un pequeño pueblo, en un alejado valle de la Cordillera de los Andes, vivía Sheyla, una niña de diez años. Su vida era muy triste. No porque vivía lejos de la ciudad, y sólo se podía llegar hasta su pueblo por un sendero, sino porque estaba enferma. Desde pequeña sufría de dolores de estómago, y casi todos los alimentos le hacían daño.
Lo único que Sheyla podía comer sin sentirse mal eran papas. Todo lo demás le causaba malestares y vómitos.

EL ENFERMERO ARMANDO

Muchas noches Sheyla se dormía llorando. La única alegría se la traía Armando, un enfermero que visitaba el alejado pueblo cada medio año. Armando le daba pastillas contra el dolor y le ponía inyecciones.
Lo mejor de todo era que Armando le contaba acerca de la vida en otros pueblos y en las grandes ciudades. ¡Cómo esperaba Sheyla cada visita de Armando! Ya habían pasado varios meses desde su última visita y ella se preguntaba cuándo volvería su amigo.

UNA NUEVA MEDICINA

Una mañana Sheyla vio a Armando que bajaba hacia el pueblo. ¡Feliz corrió para darle la bienvenida!
–¡Hola, Sheyla! ¿Cómo estás? –la saludó cariñosamente su amigo–.Traigo buenas noticias para ti y para todo el pueblo. Corre a decir a tus vecinos que se reúnan en la plaza. He descubierto una nueva medicina.
Sheyla corrió para dar las nuevas a todos:
–¡Vengan a la plaza! Armando trae una nueva medicina.
–No les traigo nuevas pastillas –dijo Armando–. Vengo a ofrecerles una nueva vida.
Con sencillas palabras les habló acerca del amor de Dios.

VIDA NUEVA EN CRISTO

–Hace pocos meses desde que descubrí esta nueva medicina y recibí a Cristo en mi vida. Nunca antes he sido tan feliz. El Señor Jesús curó las heridas de mi pecado. Él sana también las enfermedades de nuestro cuerpo.
Después de explicar acerca del amor de Dios y el perdón que Jesús ofrece, Armando preguntó:
–¿Cuántos de ustedes quisieran recibir a Cristo en su vida?
Los pobladores se miraban unos a otros, y luego miraban al alcalde. Parece que esperaban su decisión.

LA DECISIÓN DEL ALCALDE

El alcalde se dio cuenta de que todos lo miraban. Muy serio se puso de pie para dar a conocer lo que había decidido.
–Ya que Armando recomienda esta medicina –dijo–, creo que debemos aceptar lo que él dice. Hace años que vivimos abandonados. Nadie ha venido a hablarnos de Dios. Yo seré el primero en aceptar a Jesús.
Todo el pueblo siguió el ejemplo del alcalde.
En la plaza había una antigua capilla católica. Como no se había usado por mucho tiempo, ahora se convirtió en un templo evangélico. Los pobladores sacaron las imágenes, que nunca les habían podido ayudar. En su lugar, comenzaron a servir de todo corazón a Cristo. Todos los días se reunían en la capilla para orar y leer la Biblia.

SANIDAD PARA SHEYLA

Un día el enfermero Armando le dijo a Sheyla:
–Ya es tiempo que pidamos al Señor que te sane. Tú has escuchado varios relatos de cómo Jesús sanaba a los enfermos cuando anduvo en la tierra. Jesús ha hecho el milagro de darte un corazón limpio. Ahora le pediremos que haga el milagro de sanar tu estómago.
–Sí, sí –dijo Sheyla con mucha alegría–. Sería tan lindo poder comer de todo sin tener dolor.
Entonces el buen enfermero oró a Jesús por su amiguita.
– ¿Cómo puedo saber si he sanado? –le preguntó Sheyla después de la oración.
– ¡Comiendo, por supuesto! –Dijo Armando–. ¿No te parece?
Esa tarde Sheyla tomó una rica sopa y un guiso delicioso. Durmió tranquila en la noche; no se despertó con vómitos ni le dio dolor. Al día siguiente volvió a comer la rica comida que le preparó su mamá.
Hasta el día de hoy Sheyla sigue comiendo toda clase de alimentos sin enfermarse. Se goza por su buena salud; pero más que nada porque Jesús es su Salvador.
Jesús hizo dos grandes milagros en la vida de Sheyla, y puede hacerlo en tu vida. La sanidad del cuerpo es un lindo milagro pero mucho más importante es la sanidad del corazón. ¿Has recibido a Cristo como tu Salvador?

El castigo que Jesús sufrió
nos trajo la paz, por sus heridas
alcanzamos la salud.
Isaías 53:5, DHH

Hermana margarita.com

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