En un pequeño pueblo, en un alejado valle de la
Cordillera de los Andes, vivía Sheyla, una niña de diez años. Su vida era muy
triste. No porque vivía lejos de la ciudad, y sólo se podía llegar hasta su
pueblo por un sendero, sino porque estaba enferma. Desde pequeña sufría de
dolores de estómago, y casi todos los alimentos le hacían daño.
Lo único que Sheyla podía comer sin sentirse mal
eran papas. Todo lo demás le causaba malestares y vómitos.
EL ENFERMERO ARMANDO
Muchas noches Sheyla se dormía llorando. La única
alegría se la traía Armando, un enfermero que visitaba el alejado pueblo cada
medio año. Armando le daba pastillas contra el dolor y le ponía inyecciones.
Lo mejor de todo era que Armando le contaba acerca
de la vida en otros pueblos y en las grandes ciudades. ¡Cómo esperaba Sheyla
cada visita de Armando! Ya habían pasado varios meses desde su última visita y
ella se preguntaba cuándo volvería su amigo.
UNA NUEVA MEDICINA
Una mañana Sheyla vio a Armando que bajaba hacia el
pueblo. ¡Feliz corrió para darle la bienvenida!
–¡Hola, Sheyla! ¿Cómo estás? –la saludó
cariñosamente su amigo–.Traigo buenas noticias para ti y para todo el pueblo.
Corre a decir a tus vecinos que se reúnan en la plaza. He descubierto una nueva
medicina.
Sheyla corrió para dar las nuevas a todos:
–¡Vengan a la plaza! Armando trae una nueva
medicina.
–No les traigo nuevas pastillas –dijo Armando–.
Vengo a ofrecerles una nueva vida.
Con sencillas palabras les habló acerca del amor de
Dios.
VIDA NUEVA EN CRISTO
–Hace pocos meses desde que descubrí esta nueva
medicina y recibí a Cristo en mi vida. Nunca antes he sido tan feliz. El Señor
Jesús curó las heridas de mi pecado. Él sana también las enfermedades de
nuestro cuerpo.
Después de explicar acerca del amor de Dios y el
perdón que Jesús ofrece, Armando preguntó:
–¿Cuántos de ustedes quisieran recibir a Cristo en
su vida?
Los pobladores se miraban unos a otros, y luego
miraban al alcalde. Parece que esperaban su decisión.
LA DECISIÓN DEL ALCALDE
El alcalde se dio cuenta de que todos lo miraban.
Muy serio se puso de pie para dar a conocer lo que había decidido.
–Ya que Armando recomienda esta medicina –dijo–,
creo que debemos aceptar lo que él dice. Hace años que vivimos abandonados.
Nadie ha venido a hablarnos de Dios. Yo seré el primero en aceptar a Jesús.
Todo el pueblo siguió el ejemplo del alcalde.
En la plaza había una antigua capilla católica.
Como no se había usado por mucho tiempo, ahora se convirtió en un templo
evangélico. Los pobladores sacaron las imágenes, que nunca les habían podido
ayudar. En su lugar, comenzaron a servir de todo corazón a Cristo. Todos los
días se reunían en la capilla para orar y leer la Biblia.
SANIDAD PARA SHEYLA
Un día el enfermero Armando le dijo a Sheyla:
–Ya es tiempo que pidamos al Señor que te sane. Tú
has escuchado varios relatos de cómo Jesús sanaba a los enfermos cuando anduvo
en la tierra. Jesús ha hecho el milagro de darte un corazón limpio. Ahora le
pediremos que haga el milagro de sanar tu estómago.
–Sí, sí –dijo Sheyla con mucha alegría–. Sería tan
lindo poder comer de todo sin tener dolor.
Entonces el buen enfermero oró a Jesús por su
amiguita.
– ¿Cómo puedo saber si he sanado? –le preguntó
Sheyla después de la oración.
– ¡Comiendo, por supuesto! –Dijo Armando–. ¿No te
parece?
Esa tarde Sheyla tomó una rica sopa y un guiso
delicioso. Durmió tranquila en la noche; no se despertó con vómitos ni le dio
dolor. Al día siguiente volvió a comer la rica comida que le preparó su mamá.
Hasta el día de hoy Sheyla sigue comiendo toda
clase de alimentos sin enfermarse. Se goza por su buena salud; pero más que
nada porque Jesús es su Salvador.
Jesús hizo dos grandes milagros en la vida de
Sheyla, y puede hacerlo en tu vida. La sanidad del cuerpo es un lindo milagro
pero mucho más importante es la sanidad del corazón. ¿Has recibido a Cristo
como tu Salvador?
El castigo que Jesús sufrió
nos trajo la paz, por sus heridas
alcanzamos la salud.
Isaías 53:5, DHH
nos trajo la paz, por sus heridas
alcanzamos la salud.
Isaías 53:5, DHH
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