Entonces
Eliseo envió un mensajero a que le dijera: 'Ve y zambúllete siete veces en el
río Jordán; así tu piel sanará, y quedarás limpio'. Naamán se enfureció y se
fue, quejándose: '¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente
para invocar el nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me
sanaría de la lepra!'" (2 Reyes 5:10-11 NIV).
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Un día de la semana pasada deseaba comerme una
meriendita. Busqué en el jarrón de las galletas… estaba vacío. Miré en el
congelador para ver si había sorbete… nada. Busqué por todos sitios pero todo
lo que pude encontrar fue una caja de budín de chocolate instantáneo. No soy
buen cocinero, así que no estaba seguro de poder hacer el budín. Leí las
instrucciones en la caja y esto es lo que indicaban: (1) Eche la mezcla de
budín en 2 tazas de leche fría y bátala por dos minutos. (2) Eche la mezcla
en tazones pequeños individuales. El budín estará listo para comer en 5
minutos.
¡Qué simple! ¡Ni siquiera hay que cocinarlo!
Cualquiera podría hacer eso, ¿no es así? Bueno, lo hice y el budín fue
delicioso. Hay muchas cosas en la vida que son realmente muy sencillas. Todo
lo que tenemos que hacer es seguir las instrucciones. En nuestra lección
bíblica de hoy, escucharemos acerca de un hombre llamado Naamán que aprendió que
aún situaciones muy complicadas pueden, en ocasiones, tener una solución
simple.
Naamán era el comandante del ejército del rey de
Siria. Debido a que había ganado muchas batallas por su país, Naamán era muy
poderoso y famoso. Uno podría pensar que tenía todo lo que una persona
pudiera desear, pero él tenía un problema muy serio. Naamán tenía una
enfermedad llamada lepra. Un día, mientras el ejército sirio estaba atacando
al pueblo de Israel, capturaron a una jovencita la cual vino a ser sierva de
la esposa de Naamán. La muchacha estaba hablando con su señora un día y le
dijo: "Desearía que mi señor fuera a ver al profeta de Samaria. Él
podría curarle de su lepra". La esposa de Naamán fue donde él y le dijo
lo que su joven sierva había dicho.
Naamán fue ante el rey y le dijo lo que la
muchacha había indicado. "Vé. Te daré una carta para que la lleves al
rey de Israel". Así que Naamán llevó la carta al rey de Israel. La carta
decía: "Te estoy enviando a mi siervo Naamán. Por favor cúralo de su
lepra".
Cuando leyó el mensaje, el rey se molestó.
"Soy acaso Dios, con poder para dar vida o muerte? ¿Por qué me ordena el
rey de Siria que sane a este hombre de su lepra? ¿Qué está pasando aquí?
¡Fíjense bien que me está buscando pleito!"
Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que
el rey de Israel se había molestado, le envió este mensaje: "No te
molestes. ¡Envíame a ese hombre, para que sea curado y sepa que hay profeta
verdadero en Israel!"
Así que Naamán fue con sus caballos y sus carros,
y se detuvo ante la puerta de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo envió un
mensajero a que le dijera: "Ve y lávate siete veces en el río Jordán.
Así sanarás".
¿Crees que Naamán estaba contento? ¡No! Se
enfureció. "¡Creí que el profeta saldría a recibirme personalmente y
movería sus manos sobre mí y clamaría el nombre del Señor su Dios para que me
sanara".
A TRABAJAR CON LAS MANOS:
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ELISEO PROFETA DE DIOS (Miercoles 27 de Septiembre)
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