SIGUE LAS INSTRUCCIONES (Miércoles 30 de Enero 2019)




Un día de la semana pasada deseaba comerme una meriendita. Busqué en el jarrón de las galletas… estaba vacío. Miré en el congelador para ver si había sorbete… nada. Busqué por todos sitios pero todo lo que pude encontrar fue una caja de budín de chocolate instantáneo. No soy buen cocinero, así que no estaba seguro de poder hacer el budín. Leí las instrucciones en la caja y esto es lo que indicaban: (1) Eche la mezcla de budín en 2 tazas de leche fría y bátala por dos minutos. (2) Eche la mezcla en tazones pequeños individuales. El budín estará listo para comer en 5 minutos.
¡Qué simple! ¡Ni siquiera hay que cocinarlo! Cualquiera podría hacer eso, ¿no es así? Bueno, lo hice y el budín fue delicioso. Hay muchas cosas en la vida que son realmente muy sencillas. Todo lo que tenemos que hacer es seguir las instrucciones. En nuestra lección bíblica de hoy, escucharemos acerca de un hombre llamado Naamán que aprendió que aún situaciones muy complicadas pueden, en ocasiones, tener una solución simple.
Naamán era el comandante del ejército del rey de Siria. Debido a que había ganado muchas batallas por su país, Naamán era muy poderoso y famoso. Uno podría pensar que tenía todo lo que una persona pudiera desear, pero él tenía un problema muy serio. Naamán tenía una enfermedad llamada lepra. Un día, mientras el ejército sirio estaba atacando al pueblo de Israel, capturaron a una jovencita la cual vino a ser sierva de la esposa de Naamán. La muchacha estaba hablando con su señora un día y le dijo: "Desearía que mi señor fuera a ver al profeta de Samaria. Él podría curarle de su lepra". La esposa de Naamán fue donde él y le dijo lo que su joven sierva había dicho.
Naamán fue ante el rey y le dijo lo que la muchacha había indicado. "Vé. Te daré una carta para que la lleves al rey de Israel". Así que Naamán llevó la carta al rey de Israel. La carta decía: "Te estoy enviando a mi siervo Naamán. Por favor cúralo de su lepra".
Cuando leyó el mensaje, el rey se molestó. "Soy acaso Dios, con poder para dar vida o muerte? ¿Por qué me ordena el rey de Siria que sane a este hombre de su lepra? ¿Qué está pasando aquí? ¡Fíjense bien que me está buscando pleito!"
Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había molestado, le envió este mensaje: "No te molestes. ¡Envíame a ese hombre, para que sea curado y sepa que hay profeta verdadero en Israel!"
Así que Naamán fue con sus caballos y sus carros, y se detuvo ante la puerta de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: "Ve y lávate siete veces en el río Jordán. Así sanarás".
¿Crees que Naamán estaba contento? ¡No! Se enfureció. "¡Creí que el profeta saldría a recibirme personalmente y movería sus manos sobre mí y clamaría el nombre del Señor su Dios para que me sanara".
Entonces sus criados le decían: "Piensa bien esto. Si el profeta te hubiera mandado hacer algo complicado, ¿no le habrías hecho caso? ¿Qué te impide hacer lo que te pidió? ¿Qué tienes que perder?" Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces. ¡Cuando salió la séptima vez, su lepra había sido quitada! Era una solución muy sencilla a un problema muy complicado, pero Naamán estuvo a punto de perdérsela porque no deseaba seguir instrucciones.
Nosotros nos enfrentamos a problemas en nuestra vida. A veces estamos dispuesto a tratar casi todo, es decir, casi todo excepto lo que la Palabra de Dios nos dice que hagamos. Su Palabra tiene la solución para todos los problemas de la vida si tan sólo seguimos sus instrucciones.
Padre celestial, cuando nos enfrentemos a los problemas de la vida, ayúdanos a sentir el deseo que seguir las instrucciones que nos has dado en tu Santa Palabra. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.

A TRABAJAR CON LAS MANOS


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