“Líbrense de
toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala
conducta.” Efesios
4:31 (NTV).
¿Cuántas
oportunidades hemos perdido por no controlar nuestro temperamento? ¿Cuántas
puertas hemos cerrado por nuestros enojos? ¿Cuántas personas hemos alejado de
nosotros por nuestro carácter? ¿Cuántos momentos hemos arruinado por nuestra
actitud?
El carácter
es aquel conjunto de rasgos por el que nos identifican los demás; la
Biblia dice: “Ningún árbol bueno produce frutos malos, y ningún árbol
malo produce frutos buenos. Cada árbol se conoce por los frutos que produce. De
una planta de espinos no se pueden recoger higos ni uvas. La gente buena
siempre hace el bien, porque el bien habita en su corazón. La gente mala
siempre hace el mal, porque en su corazón está el mal. Las palabras que salen
de tu boca muestran lo que hay en tu corazón.” Lucas 6:43-46 (TLA)
Si meditamos
en el texto que hemos leído aprenderemos que la actitud del hombre es el
reflejo de lo que hay en el corazón, es decir, que si tenemos un mal carácter
es porque en nuestro interior aún hay maldad y eso se refleja en nuestras
acciones. “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto
contamina al hombre.” Mateo 15:18.
Sin embargo,
la Palabra de Dios nos enseña que nosotros tenemos que ser personas diferentes
a lo que éramos antes. Y tal vez te preguntes, pero ¿Cómo puedo cambiar mi mal
carácter? La respuesta la encontramos en 2da. Corintios 5:17, que dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Únicamente
podemos hacerlo por medio de Jesús, permaneciendo en Él y dejando que el
Espíritu Santo gobierne nuestra vida. Y eso se logra sólo por medio de la
comunión continua con el Señor. Porque cambiar el carácter no es cuestión
fuerzas humanas, es interno y espiritual.
Si quiero
cambiar mi carácter tengo que poner mi vida en las manos de Jesús todos los
días, porque si no leemos la Biblia, no oramos, ni vamos a la iglesia, nuestro
mal carácter nos dominará.
Busquemos
cada día ser llenos de la presencia de Dios, así nuestro carácter
cambiará. “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Gálatas
5:22.
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