Maestro:
Hable de la segunda venida de Cristo con alegría y
entusiasmo. Los niños necesitan saber que Jesús nos está preparando un hogar en
el cielo y que volverá para llevarnos a ese hogar. Su segunda venida es nuestra
gloriosa esperanza. ¡Él viene pronto! Esa certeza es nuestro canto de victoria.
Lecturas bíblicas de este día: Juan 14:1-6; Hechos
1:1-11; Apocalipsis 21, 22.
“Vendré otra
vez, y os tomaré, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
Juan 14:3
¿Recuerdan la última noche que Jesús pasó con sus
discípulos? ¿Recuerdan que Pedro y Juan le habían preparado una cena especial?
Ahora bien, allí estaban los discípulos recostados
con Jesús alrededor de la mesa. Pedro, Juan, Jacobo, Mateo, Tomás, Bartolomé, y
los demás se veían muy tristes. No solo en el rostro había tristeza; en el
fondo del corazón también estaban tristes.
–No estén tristes y preocupados –les dijo Jesús–.
Es verdad que me voy a ir, pero no los voy a dejar
solos. Enviaré el Espíritu Santo. Él los acompañará.
Yo voy a prepararles un hogar en el cielo. Allá hay
muchas casas lindas. Yo voy a ir a arreglar todo. Luego volveré y los llevaré
conmigo.
Después de su muerte y resurrección, Jesús se fue
al cielo. Allí está ahora, sentado a la diestra junto al trono de Dios, mirando
lo que hacemos, escuchando nuestras oraciones, y enviándonos ayuda cuando la
necesitamos.
Él está esperando el momento cuando le toque volver
a la tierra para llevarnos a nuestro hogar.
ASÍ ES EL CIELO
En los dos últimos capítulos de la Biblia tenemos
una descripción de nuestro hogar. ¡Es maravilloso!
“Allí no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor...” relata Juan. Él vio nuestro hogar en el cielo en una
visión.
Si llegas llorando al cielo, ¿sabes lo que Dios
hará? Secará las lágrimas de tus ojos. Así como mamá te consuela cuando un niño
grande te pega o cuando te caes y te raspas la rodilla, Dios nos consolará.
Nunca más sentiremos dolor, nunca más lloraremos. Todo será alegría y
felicidad.
Les diré algunas de las maravillas que nos esperan
en nuestro hogar celestial.
Piensen en algo lindo, lindo, lindo. No es nada en
comparación con la belleza del cielo. Allí las calles son de oro, las paredes
son de piedras preciosas, y las puertas son perlas. Hay un río de agua
cristalina que pasa por en medio de la ciudad del cielo y hay un árbol que da
un fruto distinto cada mes.
Hay ángeles, hay trompetas, hay coronas, hay luz...
Jesús mismo es la luz del cielo.
¿Saben algo que no hay allá? No hay mentirosos.
No hay pecado... (Hábleles sobre Apocalipsis 21:17)
Para finalizar
Cuando Jesús habló a sus discípulos de este hermoso
hogar, Tomás le preguntó sobre el camino. Él quería saber cómo podía llegar al
cielo.
¿Cómo podemos llegar allá? Leamos juntos la respuesta
que Jesús dio a Tomás:
“Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”(Juan
14:6)
Para llegar a... (La ciudad o pueblo donde usted
está) hay varios caminos
(Describa los diferentes medios de comunicación).
Hay distintas manera de viajar: en auto, en ómnibus, en tren, en avión, en
barco, etc.
Para llegar al cielo hay un sólo camino, hay
solamente una puerta: ¡JESÚS!
No podremos trepar por encima del muro para entrar,
ni meternos por algún agujero. Tampoco podremos romper una ventana para entrar.
Solamente por medio de Jesús llegaremos al hogar celestial.
A TRABAJAR CON LAS
MANOS
Puede entregarle a cada niño/a este cuadro, para que lo decore y escriba
la promesa de JESÚS “VENDRE OTRA VEZ”
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