HIERBAS MALAS EN EL JARDÍN (Miércoles 18 Marzo 2020)





“De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.   Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad”.
                                                                                                                                        Mateo 13:40   

Me aseguré de sembrar en buena tierra y, aún así, crecieron hierbas malas. Como probablemente sepas, uno de los grandes enemigos de un buen jardín son las malas hierbas. Ellas roban los nutrientes de la tierra que ayudarían a las plantas a crecer…muchas veces hasta ahogan a las plantas buenas. ¿Qué puedes hacer? Bueno…puedes tomar una azada y talar o cortar las hierbas malas, pero si haces eso, probablemente cortarías algunas de las plantas buenas sin querer.

Otra forma de eliminar las hierbas malas es comprando un herbicida. ¡Esa cosa sí mata las hierbas malas! El problema mayor de los herbicidas es que no reconoce la diferencia entre una hierba y una mata de tomate, sino que mata toda planta que toca. A veces es mejor dejar las hierbas quietas hasta que sea tiempo de recoger la cosecha (los frutos). Entonces se podrá separar la hierba mala de las plantas buenas.

Un día Jesús contó una historia que comparaba su iglesia con un campo que tenía hierbas malas. A veces hay personas en la iglesia que verdaderamente no son parte de ella. Se comportan no muy amorosamente que digamos y no parecen creer en lo que la Biblia enseña. Ellos dicen, en ocasiones, cosas odiosas de otros miembros de la iglesia y tratan de hacerles daño. Son como hierbas malas en un jardín.

Tenemos que ser muy cuidadosos de tratar de remover a esas personas de la iglesias. En esta historia, Jesús dijo que no debíamos preocuparnos por sacar las malas hierbas que crecen a nuestro alrededor. Al hacerlo podemos hacer más daño que bien. Él sugiere que dejemos a Dios bregar con las malas hierbas y que nos concentremos en hacer lo que él desea que hagamos, que es producir buenos frutos.

Cada vez que veas a alguien en la iglesia que pienses que no deba estar ahí, antes de agarrar tu azada o tu herbicida, recuerda el consejo de Jesús. Deja que Dios separe las hierbas malas de las plantas buenas. Si tratamos de resolver la situación probablemente hagamos más daño que bien.


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