Mientras
oraba, su rostro se transformó, y su ropa se tornó blanca y radiante. Lucas
9:29 (NVI) "Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las
tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la
gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo" (2 Corintios 4:6
- NVI).
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Esta
mañana estaba pensando en una canción de mi niñez con la cual comenzábamos el
día escolar. La canción se llamaba, ¨Buenos días a ti" y era así:
(Cántale con una música inventada.)
Buenos días a ti.
Buenos días a ti. Estoy en mi lugar con mi brillante faz. Buenos días a ti. Buenos días a ti.
¿No
es esa una canción alegre? No estoy seguro de que nuestras caras estuvieran
brillantes, pero ¡espero que estuvieran!
Esa
canción nos ayuda a recordar lo que pasó en nuestra lección bíblica de hoy.
La Biblia nos dice que un día Jesús escogió a tres de sus discípulos, Pedro,
Jacobo (Santiago) y Juan y subió a una montaña a orar. Mientras Jesús estaba
orando, su cara cambió y sus ropas se volvieron resplandecientes, blancas
como la nieve. De momento, dos hombres aparecieron y comenzaron a hablar con
Jesús. ¿Sabes quienes eran? Moisés y Elías.
Pedro
y los demás se habían dormido y cuando despertaron vieron a Jesús hablando
con los dos hombres. ¡Estaban maravillados de lo que estaban viendo! Al
Moisés y Elías comenzar a irse, Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, es
maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas (albergues o chozas),
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."
En
ese mismo momento, se apareció una nube que les dio sombra y se oyó una voz
que salía de la nube decir: "Este es mi Hijo amado, a él oíd."
Cuando hubo hablado, Moisés y Elías se habían ido y los discípulos estaban
nuevamente solos con Jesús en la montaña.
¡Qué
experiencia! ¿Sabes lo que causó que la cara de Jesús fuera cambiado y que su
ropa fuera tan brillante? ¡Fue porque estaban ante a la presencia de Dios!
¿Sabías que Dios desea que nuestras cara brillen tanto como la cara de Jesús
brilló en ese día tan especial? El apóstol Pablo dijo en una carta que le
escribió a la iglesia de Corinto: "Porque Dios, que ordenó que la luz
resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para
que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de
Cristo" (2 Corintios 4:6).
Tú
y yo tenemos muchas experiencias en nuestro caminar diario con Jesús. ¡Otros
debieran poder ver que tenemos el amor de Jesús en nuestros corazones viendo
su resplandor en nuestras caras!
Padre
celestial, te damos gracias por todas las experiencias maravillosas que
gozamos en Cristo Jesús. Permítenos demostrar ese gozo por medio de nuestras
caras resplandecientes. En el nombre de Jesús oramos. Amén.
A
TRABAJAR CON LAS MANOS
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¡RESPLANDECIENTE! (Miércoles 1 de Mayo 2019)
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