MATEO 25: 29
Miren lo que he traído en
esta mañana, una caja de herramientas. Mi caja de herramientas está llena de
cosas muy útiles. Muchas de las herramientas pueden ser usadas para construir
cosas y algunas pueden ser usadas para reparar cosas que estén rotas. Deseo
contarte, en esta mañana, un cuento sobre herramientas. Le llamaré "Las
tres cajas de herramientas."
Había una vez y dos son
tres... que había un hombre que tenía un negocio de construcción. Este hombre
tuvo que salir de viaje y llamó a sus tres empleados y les dijo: —Tengo que ir
en un largo viaje así que les dejo a cargo del negocio. He preparado una caja
de herramientas a cada uno de ustedes para que la utilicen en el negocio en lo
que regreso.
Entonces el hombre le
entregó, a cada uno de sus empleados, una ca ja de herramientas. Cada caja
contenía todas las herramientas que cada uno de ellos necesitarían para el
trabajo que el hombre esperaba que ellos hicieran, pero como cada empleado
tenía habilidades diferentes de los demás, cada caja de herramienta era
diferente. Al primer empleado le dio una caja de herramienta muy grande con
cuanta herramienta fuera posible imaginar. Al segundo le dio una caja más
pequeña, pero la cual tenía bastantes y variadas herramientas. Al tercer
empleado le facilitó una caja de herramientas con muy pocas herramientas, pero
las suficientes para que el empleado hiciera lo que se esperaba de él.
El hombre se fue de viaje.
Al regresar llamó a sus empleados para ver que habían hecho mientras el
viajaba.
El primer empleado dijo: —Yo
sé de tu gran amor y preocupación por las personas que no tienen hogar, así que
usé la caja de herramientas que me entregaste para construir hogares para los
necesitados.
— ¡Eso es maravilloso!— dijo
el jefe. —Has trabajado tan bien que te voy a poner a cargo de todas las nuevas
construcciones de la compañía.
El segundo empleado dijo,
—Conozco del gran amor que sientes por las personas de mayor edad, así que usé
la caja de herramientas para arreglar las casas de los ancianos que no podían
arreglarlas.
— ¡Eso es tremendo!— dijo el
jefe. —Has trabajado tan bien que te voy a poner a cargo de todas los arreglos
y el mantenimiento de la companía.
Entonces, se viró y miró a
su tercer empleado y le preguntó: —¿Qué hiciste con las herramientas que te di?
—Sé que eres un jefe muy
exigente y que esperabas mucho de cada uno de nosotros. Temí que al usar
cualquiera de las herramientas una de ellas se me rompiera o pudiera perderla y
te enfadaras. Así que las guardé en un lugar seguro. Han estado en ese lugar
desde que te fuiste. Mira aquí están....¡como nuevas!
— ¡Qué empleado flojo eres!
No te di las herramientas para que las guardaras en un lugar seguro. Te las di
para que las usaras en mi negocio. ¡Estás despedido!
Como los otros habían
demostrado que podían hacer un buen uso de la caja de herramientas, el jefe
tomó la caja del empleado que había sido despedido y lo dividió entre los otros
dos empleados.
Creo que este cuento nos
demuestra lo que Dios ha hecho en cada uno de nosotros. Él nos ha dado
herramientas para construir parte de su reino. No todos tenemos las mismas
herramientas pero Dios espera que utilicemos las herramientas que nos ha dado.
Si así lo hacemos, Él nos dará más; pero si no las utilizamos aún esas que nos
dio nos la quitará y se las dará a otro que pueda utilizarlo.
Escucha las palabras de
Jesús, —Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun
lo que tiene le será quitado.
Querido Señor, ayúdanos a
ser fieles en la utilización de los dones que nos has dado para que ayudemos a
otros y construyamos tu reino. Amén.
A TRABAJAR CON LAS MANOS
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