LAS TRES CAJAS DE HERRAMIENTAS (Miércoles 17 de Abril)





MATEO 25: 29

Miren lo que he traído en esta mañana, una caja de herramientas. Mi caja de herramientas está llena de cosas muy útiles. Muchas de las herramientas pueden ser usadas para construir cosas y algunas pueden ser usadas para reparar cosas que estén rotas. Deseo contarte, en esta mañana, un cuento sobre herramientas. Le llamaré "Las tres cajas de herramientas."
Había una vez y dos son tres... que había un hombre que tenía un negocio de construcción. Este hombre tuvo que salir de viaje y llamó a sus tres empleados y les dijo: —Tengo que ir en un largo viaje así que les dejo a cargo del negocio. He preparado una caja de herramientas a cada uno de ustedes para que la utilicen en el negocio en lo que regreso.
Entonces el hombre le entregó, a cada uno de sus empleados, una ca ja de herramientas. Cada caja contenía todas las herramientas que cada uno de ellos necesitarían para el trabajo que el hombre esperaba que ellos hicieran, pero como cada empleado tenía habilidades diferentes de los demás, cada caja de herramienta era diferente. Al primer empleado le dio una caja de herramienta muy grande con cuanta herramienta fuera posible imaginar. Al segundo le dio una caja más pequeña, pero la cual tenía bastantes y variadas herramientas. Al tercer empleado le facilitó una caja de herramientas con muy pocas herramientas, pero las suficientes para que el empleado hiciera lo que se esperaba de él.
El hombre se fue de viaje. Al regresar llamó a sus empleados para ver que habían hecho mientras el viajaba.
El primer empleado dijo: —Yo sé de tu gran amor y preocupación por las personas que no tienen hogar, así que usé la caja de herramientas que me entregaste para construir hogares para los necesitados.
— ¡Eso es maravilloso!— dijo el jefe. —Has trabajado tan bien que te voy a poner a cargo de todas las nuevas construcciones de la compañía.
El segundo empleado dijo, —Conozco del gran amor que sientes por las personas de mayor edad, así que usé la caja de herramientas para arreglar las casas de los ancianos que no podían arreglarlas.
— ¡Eso es tremendo!— dijo el jefe. —Has trabajado tan bien que te voy a poner a cargo de todas los arreglos y el mantenimiento de la companía.
Entonces, se viró y miró a su tercer empleado y le preguntó: —¿Qué hiciste con las herramientas que te di?
—Sé que eres un jefe muy exigente y que esperabas mucho de cada uno de nosotros. Temí que al usar cualquiera de las herramientas una de ellas se me rompiera o pudiera perderla y te enfadaras. Así que las guardé en un lugar seguro. Han estado en ese lugar desde que te fuiste. Mira aquí están....¡como nuevas!
— ¡Qué empleado flojo eres! No te di las herramientas para que las guardaras en un lugar seguro. Te las di para que las usaras en mi negocio. ¡Estás despedido!
Como los otros habían demostrado que podían hacer un buen uso de la caja de herramientas, el jefe tomó la caja del empleado que había sido despedido y lo dividió entre los otros dos empleados.
Creo que este cuento nos demuestra lo que Dios ha hecho en cada uno de nosotros. Él nos ha dado herramientas para construir parte de su reino. No todos tenemos las mismas herramientas pero Dios espera que utilicemos las herramientas que nos ha dado. Si así lo hacemos, Él nos dará más; pero si no las utilizamos aún esas que nos dio nos la quitará y se las dará a otro que pueda utilizarlo.
Escucha las palabras de Jesús, —Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Querido Señor, ayúdanos a ser fieles en la utilización de los dones que nos has dado para que ayudemos a otros y construyamos tu reino. Amén.

A TRABAJAR CON LAS MANOS


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