“Entonces le preguntaron: “¿Quién
eres? Ya que tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti
mismo”, Juan 1:22.
En este pasaje vemos a los dirigentes judíos enviar
a un grupo de personas a interrogar a Juan el Bautista, quien había logrado
captar la atención de la gente con su extraña apariencia y su mensaje radical.
Sin embargo, me impacta de la historia de Juan su
reacción al ver al Mesías aumentar. A menos que tengamos un sentido de
identidad seguro y firme en nuestra misión la pregunta “¿cómo te ves a ti
mismo?” es difícil de contestar.
Muchas veces ligamos lo que hacemos con nuestra
identidad y sentido de valor como personas. El éxito en lo que hacemos, aun
para Dios, y el reconocimiento de la gente pueden llegar a ser demasiado
importantes para nosotros. Aun una persona tan “centrada” y balanceada como
Juan El Bautista, titubea al dudar de lo que Dios está haciendo y cómo lo está
haciendo en Cristo.
Ahora Juan se encuentra en prisión y pasando al
olvido. Es entonces que manda a sus discípulos a preguntar otra vez a Jesús.
Quería saber si su misión había terminado. Quería estar seguro de que
terminaría así. Jesús se lo confirma, haciéndole ver que no va a ser liberado.
Juan ahora tiene la seguridad de que se enfrentará a la muerte y sin duda Dios
le dio la gracia para pasar por esos últimos momentos de su vida en esta
tierra. Jesús habla de la grandeza de este gran profeta de Dios.
Mi oración es que Dios nos dé un sentido claro y
firme de nuestra identidad “en Él” y una pasión por Su misión en esta tierra
para cumplir Su voluntad. Que ni el éxito, ni el fracaso nos quiten esta
bendición. Jesús vivió y murió para que nosotros no tengamos jamás que
preguntarnos quiénes somos mientras estamos en este mundo.
¡Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él!
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