El 14 de junio de 1917, el rey Jorge V en
Inglaterra estableció un título de honor dirigido a las personas que no
pertenecen a la monarquía o a la familia real. Se trata de un reconocimiento especial para ciudadanos civiles o militares que
hicieron algo significativo por su país, ya sea dentro del campo de la ciencia,
el arte, la política, los deportes, la literatura, etc.
Este reconocimiento concede el título de “Sir”
(abreviatura de señor en inglés) dentro de la realeza británica a quien lo
reciba. Algunas de las personas que ganaron este reconocimiento son: el
científico Isaac Newton, el actor y comediante Charles Chaplin, el cineasta
Alfred Hitchcock, el político y escritor Winston Churchill, el entrenador de
futbol Alex Ferguson entre otros.
Las personas que recibieron esta condecoración han
escrito su nombre en los libros de la corte suprema de ese
país, ganándose el reconocimiento de sus compatriotas por haber puesto el
nombre de su nación en alto.
Pero esto no es nada nuevo. Desde hace mucho tiempo
Dios quiso otorgarnos un título dentro de su reino.
1 Juan 3:1 dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.” Versión Reina-Valera 1960
A diferencia del reconocimiento Inglés, para ser
nombrado “Hijos de Dios” y pertenecer a Su familia no tuvimos que hacer nada,
Jesús hizo todo lo que se debía hacer en la Cruz del calvario dejándonos como
única responsabilidad el decidir si queremos o no aceptar ese regalo.
Contrario a los títulos de este mundo que muchas
veces son entregados para designar posiciones de superioridad en comparación al
resto, el regalo que Dios nos da por su Gracia debe ser un
recordatorio de la misericordia que tuvo con nuestras vidas: sin buscarlo Él
fue quien nos encontró, nos salvó, nos restauró y aunque fallamos, aún nos
sigue preparando para ver la Gloria de su Reino.
1 Pedro 2:9 dice: “Más vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable.” Versión Reina-Valera 1960
No existe ningún otro título en el mundo que pueda
causar un cambio tan profundo, completo, eterno y gratuito en la vida del hombre. Es
definitivamente algo incomparable.
Cuidemos con honor y responsabilidad el regalo que
nos fue dado.
El
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Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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