(Miércoles 10 de Junio)
No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y
beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la
mano de Dios.
Eclesiastés
2:24.
Había una vez una niña de 9 años
que se llamaba Julia, que tenía un hermano de 10 años que se llamaba Jorge.
Julia era muy creída y le gustaba de deshacerse de las personas, pues se creía
mejor que todos. Jorge, era diferente de la hermana.
Doña Marcia y el señor Ricardo, los
padres de ellos, habían aceptado Jesús ha poco tiempo y estaban felices en la
casa de Dios. Pero, ni siempre fue así. Antes que ellos se convirtiesen había
muchos problemas en aquella familia y, por eso, casi perdieron el empleo, los
autos, la casa y, por falta de dinero para pagar las mensualidades, casi Julia
y Jorge tuvieron que cambiarse de escuela.
Julia sabia de los problemas que la
familia había enfrentado, pero continuada creída y orgullosa. La niña vivía
diciendo que el padre era inteligente y por eso la familia de ella era
bendecida, y pasaba el tiempo contando, para las niñas de la EBI, a respecto de
las cosas lujosas que tenía en su casa.
Un día, en la hora del almuerzo, el
señor Ricardo hizo una oración agradeciendo a Dios por la comida y por las
bendiciones en sus vidas. A Julia le pareció diferente la actitud del padre,
porque ellos no estaban acostumbrados a orar antes del almuerzo, pero eran
nuevos convertidos. Entonces ella dijo:
- Papá, usted fue al mercado con mamá,
hizo las compras y pagó con su dinero, mamá preparó la comida, ¿entonces porque
nosotros debemos orar agradeciendo a Dios?
- Hija mía, ¡nunca más digas eso!
Respondió el señor Ricardo. Todo lo que tenemos fue Dios que nos dio, y no
permitió que perdiésemos nada, por eso debemos agradecerlo a Él siempre. Dios
es todo para nosotros, y debemos agradecer por la salud, por la comida, por
todo que tenemos, enseño el papa de Julia. La niña se quedó muy avergonzada.
Julia no sabía como Dios era importante
para nosotros y comenzó a cambiar a partir de aquel día. Niños, es maravilloso
alabar y agradecer a Dios y, actuando así, Lo dejamos muy feliz, pues
reconocemos que Él es todo en nuestra vida. En la Palabra de Dios está escrito:
“¡Cuán bueno, SEÑOR, es darte gracias..!”. Por eso, si ustedes no estaban
acostumbrados a agradecer a Dios, entonces agradezcan todos los días.
MANUALIDAD:
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