TEMA 3: “DIOS ES: SOBERANO.” (Domingo 18 de marzo de 2018)







OBJETIVOS DE LA SEMANA:

-       QUE CONOZCAN QUE SIGNIFICA QUE DIOS ES SOBERANO
-       QUE APRENDAN A SUJETARSE A LA SOBERANIA DE DIOS YA QUE EL CONOCE EL PROPOSITO DE NUESTRA CREACIÓN.

BASE BÍBLICA:

TEXTO PARA MEMORIZAR: Salmos 8:9.

Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!”

Querido maestro: Dios es soberano, lo cual significa que posee la autoridad suprema; nada ni nadie puede estar por encima de esa autoridad. Él nos hizo porque quiso. Él pone y quita autoridades. Nadie en el mundo puede sobrepasar su autoridad. Dios le mostró su soberanía al poderoso rey Nabucodonosor, y en esta lección veremos que se la muestra al rey Belsasar. Belsasar tomó en poco los asuntos de Dios al usar las copas del templo de Dios para beber con sus cortesanos. Nuestro soberano Dios lo quita inmediatamente de su reino, y aún más, fue la caída del imperio babilónico, tal como lo profetizó Daniel. Transmita a sus alumnos la verdad de la soberanía de Dios. Al reconocer que Dios es soberano, confiamos en el Todopoderoso y dejamos los asuntos del mundo
INTRODUCCIÓN
(Lleve a la clase vasos de diversas formas. Lleve también vasos desechables y sírvales un refresco a los alumnos. Hable del uso de los vasos.) Los vasos, desde los más sencillos hasta los más extravagantes sirven para el mismo propósito: para beber. En el templo de Dios en Jerusalén había vasos sagrados, vasos muy hermosos de oro y plata que se usaban en el servicio a Dios. Los babilonios habían llevado esos vasos a Babilonia. Hoy veremos lo que pasó cuando usaron esos vasos en un banquete.
HISTORIA BÍBLICA:

El famoso imperio de Babilonia había crecido mucho y era muy famoso.  En la historia de hoy gobernaba Belsasar, el hijo de Nabucodonosor. El rey Belsasar ofreció un gran banquete para los miembros de su nobleza. Para la celebración mandó a sus súbditos traer las copas de oro y plata que Nabucodonosor había mandado sacar del templo de Dios cuando conquistó Judá. Belsasar usó las copas de la peor manera, pues bebió y se embriagó junto con sus nobles, con las esposas de ellos, y con otras mujeres. No solo eso, también alabaron a sus ídolos, a los que ellos llamaban dioses, pero que sólo eran objetos de madera y de bronce; algunos eran de oro y de plata. Belsasar estaba disfrutando de sus malas acciones cuando, de pronto, pasó algo que llenó de miedo a todos. En ese momento, en la sala del palacio, a la luz de las lámparas, una mano escribió en la pared. El rey se puso pálido y sus rodillas comenzaron a temblarle. Le invadió el miedo; estaba terriblemente asustado. Entonces mandó llamar a todos los adivinos y astrólogos del reino y les dijo que estaba dispuesto a nombrar tercer gobernante del reino a quien descifrara el significado las palabras que estaban escritas en la pared. Allí decía: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. ¡No había nadie que pudiera entender el significado de esas extrañas palabras! Esto asustó aún más al rey y se desesperó. En ese momento de confusión la reina le dijo que no se alarme, pues había en su reino un hombre muy sabio, capaz de interpretar esas palabras. Era Daniel, a quien Dios había dado extraordinaria inteligencia y sabiduría. Inmediatamente el rey ordenó que llamaran a Daniel, que para entonces ya era una persona anciana. Cuando se presentó delante del rey, éste le dijo: –Así que tú eres Daniel. Me han dicho que eres muy sabio. Aquí en la pared una extraña mano escribió un mensaje y mis magos no pueden descifrarlo. Si tú logras resolver este problema tan difícil te vestiré de púrpura, te pondré una cadena de oro en el cuello, y te nombraré tercer gobernante del reino. –Su Majestad puede quedarse con sus regalos, o dárselos a otro –le respondió Daniel–. Voy a leerle lo que dice en la pared, y le explicaré lo que significa. Entonces Daniel comenzó a explicarle al rey el significado de cada palabra. –Usted sabe bien que el Dios Altísimo le dio al rey Nabucodonosor grandeza y gloria, majestad y esplendor –dijo Daniel–. Por eso el reino de Babilonia se llenó de poder y fama en todas partes; pero el rey se portó arrogante y orgulloso y se le arrebató el trono; recibió la mente de un animal y vivió en el campo, comiendo pasto, hasta que reconoció que el Dios Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo y que Él le entrega el poder de reinar a quien quiere.  –Aunque usted sabía todo esto, no se humilló –continuó Daniel–. Por el contrario, ha usado las copas del templo de Dios para embriagarse y alabar a sus dioses que no pueden ni ver, ni oír, ni entender, y no ha honrado a Dios en cuyas manos está su vida. Por eso Dios mandó a escribir a esa mano. Entonces Daniel dio el significado de las palabras. Mene: Dios ha «contado» los días del reinado de Belsasar y le ha puesto fin. Tekel: Belsasar ha sido «pesado» en la balanza y no dio a la medida. Parsin: el reino ha sido «dividido» y entregado a los medos y los persas. Cuando Daniel terminó de interpretar las palabras, Belsasar cumplió su oferta de nombrarlo tercer gobernador del reino, y le dio los regalos. Pero esa misma noche el rey Belsasar fue asesinado, y Darío el persa se adueñó del reino.
APLICACIÓN A LA VIDA DIARIA:
Imaginemos que un carpintero hace muchos muñecos de madera, grandes y pequeños, y que cada día los acomodaba en los estantes de distintas maneras. Pero un día los muñecos le dicen al carpintero que él no tiene nada que ver con ellos, que quieren acomodarse en la forma que les conviene, pues son dueños de su existencia. ¿Creen que eso es correcto? ¿Qué debiera hacer el carpintero con esos muñecos? Ese carpintero era dueño de la madera, de las herramientas y de la carpintería. Además, él tenía la habilidad de formar a la madera; era soberano en su carpintería. Cortaba los muñecos a su antojo, y si quería podía cambiarles de forma en cualquier momento. Eso quiso enseñarle Dios a Belsasar, que se había comportado neciamente al no reconocer que Dios es soberano, que tiene el poder, y que pone y quita reyes cuando Él quiere. Nosotros también debemos reconocer que Dios es soberano, que Él nos dio vida, y que debemos ponernos en sus manos y obedecerle en todo. (Repasen el versículo para memorizar.)
A TRABAJAR CON LAS MANOS:
Hagan un pergamino en el que escriban las «palabras de la pared».

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