La fidelidad es un atributo de
Dios que se presenta unido al amor que salva, socorre y perdona. A lo largo de
la historia de la salvación esta fidelidad se revela inmutable (Deuteronomio
32.4). Fiel es Dios que guarda su lealtad a sí mismo, a su palabra dada y al
pacto establecido con su pueblo. Esta fidelidad se ha revelado en Jesucristo en
quien Dios ha cumplido su palabra.
Al hablar de la Fidelidad
de la Palabra, se hace referencia al ser celosos en guardar la doctrina correcta y
evitar la doctrina errónea, que los falsos maestros tratan de introducir,
evitando que los creyentes reconozcan que, solamente en lo que Jesucristo hizo
en la cruz, es lo que nos permite alcanzar la esperanza de ser salvos por su
sacrificio al llevar por nosotros los pecados que por nuestra propia cuenta
hubiese sido imposible pagar o cargar con las consecuencias de ellos. Lo que
permite entender que Dios en su trinidad constituida por el Padre, el Hijo
Jesucristo y El Espíritu Santo, ha permitido a los que creen en Cristo como su
Señor y Salvador alcanzar el regalo de la salvación eterna y a la Biblia como
la Palabra de Dios escrita, en la cual Él se revela eficiente y suficientemente
para el perdón de los pecados.
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