“El pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Mateo 6:11
Javier estaba
enojado y triste.
– ¡Pan,
pan y pan! –dijo, casi llorando–. ¡Todos los días pan!
¿Por qué
hoy también tengo que comer pan?
–Pero,
¿qué esperabas, hijo? –dijo su mamá.
–Es
que... mamá... hoy es mi cumpleaños. ¿Por qué tengo que comer pan hoy?
– ¿Por
qué no puedes comer pan en tu cumpleaños?
Javier
estaba tan enojado que tiró el pan al piso, justamente cuando entró su papá en
la cocina.
– ¿Qué es
lo que estás haciendo, hijo?
–Preguntó
el papá con voz severa al ver lo que había hecho Javier–. ¡Ni por nada quiero
ver esa clase de modales!
–Perdóname,
papá –dijo Javier–. Es mi cumpleaños y yo quiero comer pasteles en vez de pan.
¡PASTELES EN VEZ DE PAN!
–Ah,
¿quieres pasteles? ¿No sabes que el pan vale mucho más que los pasteles?
–No lo
creo, papá. Yo sé que los pasteles son más caros. Es por eso que mamá no compra
pasteles.
–Es
verdad que pagamos más por los pasteles, pero el pan vale más.
El pan
nuestro de cada día nos lo da nuestro buen Dios, mientras que los pasteles son
del pastelero.
Javier
miró asombrado a su papá, que prosiguió:
–Hijo,
¿qué nos enseñó el Señor Jesús?
¿Debemos
pedir pan o debemos pedir pasteles?
–Pues...
pan – contestó Javier, de mala gana.
–Buena
respuesta, hijo. Ahora te diré lo que cuesta el pan.
EL VALOR DEL PAN
–Mientras
tú aún dormías, alguien se levantó para sembrar trigo, tal vez en una mañana
fría. Mientras tú te divertías jugando, alguien bajo el calor del sol, tuvo que
cosechar el trigo.
»Otros
construyeron máquinas y hornos, y otros se levantaron muy de mañana para hacer
el pan. A nosotros el pan sólo nos cuesta unos pesos, pero a otros les ha
costado trabajo y sudor.
PAN DE LA SELVA
– ¿O
prefieres al pan de la selva? –preguntó la mamá.
– ¿Pan de
la selva? –dijo Javier.
Nunca
había oído hablar de ese pan y le llamó la atención.
–Mamá, ¿Qué
pan es ese? –preguntó Javier.
–Verás,
hijo, muchos niños no comen el pan de trigo porque donde ellos viven no hay ese
pan.
Luego la
mamá dijo que para los niños de la selva los plátanos o las bananas son el pan.
–Mamá, tú
sabes que yo como plátanos o bananas. ¿Por qué me preguntas si prefiero ese
“pan”?
–Pensaba
que como no quieres comer pan de trigo hoy quizá quisieras comer un pan de la
selva para el desayuno. ¡Qué bueno que ese “pan” viene envuelto, fresco y
limpio!
– ¿Sabían
ustedes que hay más de trescientas variedades de plátanos o bananas? –preguntó
el papá, que había escuchado la conversación sin interrumpir.
– ¡Más de
trescientas variedades! – exclamó Javier–. Yo solo conozco dos: las bananas que
como de postre y los plátanos que mamá fríe para comer con frijoles.
Siguió la
conversación un rato más. Luego el papá de Javier sacó unas monedas del
bolsillo y dijo:
–Anda,
hijo. Aquí tienes para los pasteles.
EL PAN DE CADA DÍA
Pero
Javier no fue a comprar pasteles.
Guardó
las monedas para otra cosa y comió con gusto el pan de cada día
Más tarde
fue a jugar con sus amigos y les contó lo que había aprendido de su papá.
–El pan
es más de Dios y los pasteles son más del pastelero – les dijo.
Desde ese
día Javier come con gusto su pan, porque sabe lo mucho que cuesta.
Cuando va
con su mamá a hacer compras en el mercado, busca si puede descubrir otras
variedades de «pan de la selva».
NO DESPRECIES EL PAN
Si te
sientes aburrido del pan que comes a diario, piensa que hay muchísimos niños en
el mundo que darían cualquier cosa por comer un pan fresco y calientito. Muchos
se duermen con el estómago vacío y no saben si habrá pan para el desayuno.
Cuando
quieras quejarte porque en vez de pasteles tienes que comer pan, agradece a
Dios porque hay pan en tu mesa.
Hay
muchas cosas que agradecer a Dios. Haz una lista.
¿Te
cuento un secreto? Tengo un cuaderno para escribir agradecimientos. Cada día,
antes de comer mi pan, escribo tres cosas por las que agradezco a Dios. Y cada
día pongo algo diferente. Nunca termino de agradecer a Dios. ¿Te gustaría hacer
lo mismo: escribir tus agradecimientos? ¡Hazlo!
¿Vives en
la selva? Agradece a Dios por el delicioso «pan» que viene envuelto y listo
para comer. ¿Vives en la ciudad? Da gracias a Dios por el campesino y el
panadero que trabajan para que tengas pan.
¿No
tienes pan? Como dijo Jesús, pide a tu Padre en el cielo:
«El pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy.»
ACTIVIDAD:
LISTA DE AGRADECIMIENTOS
-Motivele a a agradecer a Dios por lo que tiene
-entreguele una pequeña hoja para que dibuje o escriba su lista de agradecimientos.
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