La palabra Disciplina deriva del latín discipulus,
que significa discípulo, quien recibe una enseñanza de otro. En un principio
éste vocablo nos enlaza con una relación autoridad-subordinación, en
la que una persona dirige y ordena y otra se somete y
obedece.
La disciplina está definida como la manera
ordenada y sistemática de hacer las cosas, siguiendo un conjunto de reglas y
normas estrictas que, por lo general, la rigen una actividad o una
organización.
La noción de disciplina, por lo tanto, puede estar
vinculada al comportamiento o a la actitud de alguien. Se dice
que la disciplina es buena cuando la persona respeta las reglas, las leyes o
las normativas dentro de algún ámbito:
Por lo general, la disciplina exige respetar un
cierto código de vestimenta, cumplir con un horario y dirigirse a los superiores
jerárquicos de una manera en particular, entre otras obligaciones. Esto quiere
decir que, para un cristiano, la disciplina puede incluir usar todos los días
la armadura de Dios.
Partiendo de estos ejemplos citados podemos, por
tanto, subrayar que existen diversos tipos de disciplina como son la que tiene
lugar en el colegio o escuela, la que se desarrolla en el ámbito militar, la
que tiene como marco la Iglesia o incluso la que se establece como parte
fundamental del ámbito profesional de una persona.
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