Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos
tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. 4 Que su
belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón
y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor
delante de Dios. 1 Pedro 3:3-4
Primera de Pedro 3:4 habla de “lo íntimo del corazón”, lo
cual se refiere a que la persona real está oculta debajo de su apariencia.
Cuando interactuamos los unos con los otros, debemos esforzarnos por conocer
quiénes son realmente los otros, en sus corazones, y no hacer juicios rápidos
contra ellos o juzgar según su apariencia. Cuando no nos esforzamos por conocer
“lo íntimo del corazón”, nos equivocamos en dos maneras:
1) aprobamos a alguien porque parece ser
lo que no es
2)
desaprobamos a alguien por su apariencia o por
sus acciones, cuando realmente en su interior ese individuo es una maravillosa
persona.
He
encontrado que todos tenemos nuestras pequeñas rarezas o algunas acciones,
comportamientos y maneras que otras personas no comprenden fácilmente. Dios
mismo no juzga por las apariencias, y debemos seguir su ejemplo.
Suelo pensar
en las geodas, rocas rústicas, de fea apariencia, que parecen horrorosas en su
exterior, pero son absolutamente espléndidas en su interior. Algunas son
interiormente verdaderas piedras preciosas, pero su exterior es rugoso y
terriblemente falto de atractivo.
Como las
geodas, solemos ser rústicos, ásperos y ordinarios en el exterior, pero Dios
sabe cuánta belleza ha puesto en nuestro interior. Así como el buscador de oro
sabe que debe ser paciente cuando cava buscando oro, Dios sabe que debe ser
paciente con nosotros mientras el Espíritu Santo sigue obrando en nuestra vida,
cavando en ellas, hasta que finalmente hace surgir los tesoros que estaban en
nuestro interior.
Lo que
sembramos en las vidas de otras personas, seguramente lo cosecharemos en la
nuestra. Si sembramos aspereza, juicios precipitados, a nuestro turno,
cosecharemos asperezas y juicios precipitados. Así que, cuando la tentación de
juzgar o criticar esté a su puerta, resístela. En cambio, pon lo mejor de sí
para ver lo mejor de los demás, y vea lo que Dios valora de cada uno: lo íntimo
del corazón.
MANUALIDAD
Colocar
versículo a memorizar en el centro del corazón
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