Texto:
Deuteronomio 32:1-4
La Biblia está
llena de ejemplos de personas piadosas que enfrentaron
sufrimientos, aparentemente injustos del todo. José fue vendido como esclavo;
David fue perseguido como un animal por el rey Saúl; y el apóstol Pablo estuvo
sufriendo con un “aguijón en la carne” (2 Corintios 12:7-10).
Situaciones como éstas pueden
llevarnos a dudar de que Dios sea bueno y justo; y si dejamos que esto infeste
nuestra mente, la duda podrá dar paso al desánimo. Podemos fácilmente comenzar
a pensar: ¿De qué vale servir al Señor? ¡Miren como estoy sufriendo!
Es importante recordar que lo que
sabemos de Dios por su Palabra, es mucho más importante que lo que sintamos. La
Biblia nos dice que Dios es bueno y justo, y por eso podemos saber con
seguridad que Él tiene un propósito maravilloso para nosotros en todo lo que
experimentemos.
Dios permite que
cada uno de nosotros enfrente algunas pruebas en este mundo, las cuales no
entendemos como quisiéramos. Pero, a nosotros no nos corresponde comprender todo lo que Él hace y permite, sino saber
cómo responder ante ellas. El Señor lo enmendará todo en la eternidad. Mientras
tanto, confiemos en la Roca cuando todo lo demás resulta ser frágil.
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