“LOS SECRETOS DE LA VID”



DEVOCIONAL PARA MAESTROS


Ha estado alguna vez con alguien muy cercano a usted que está a punto de morir, alguien que lo ama y le quiere dejar unas “últimas palabras”. Tal vez le dice: “Acércate” y usted se inclina hacia él, esforzándose para escuchar. “Te quiero decir algo, he esperado hasta ahora… pero no puedo seguir esperando”. Si verdaderamente amamos mucho a esa persona esas palabras van a quedar grabadas para siempre en nuestra vida y las vamos a recordar por siempre. Ahora imaginemos que quien nos está por decir las “últimas palabras” es nuestro Señor Jesucristo. Con ¿Cuanta atención lo escucharías?. Hoy vamos a estar meditando en el mensaje final que entrego Jesucristo a sus discípulos la misma noche que fue entregado.
En el Capítulo de Juan 15 se narra que  
El Señor Jesucristo vivió y se crió en zonas donde abundaban las plantaciones de cultivos y viñedos y él era muy observador, es por eso que cada vez que hablaba usaba un ejemplo práctico para que fuera más fácil la comprensión y el aprendizaje, y en la enseñanza que nos trae hoy no es la excepción, El Señor Jesús no trae en sus manos dinero, ni riquezas pero si trae en su mano un pámpano de una vid madura.

Vid: arbusto de no más de 90 cm., es una planta leñosa con el tronco retorcido y la corteza rugosa. Siguiendo en el tronco comienza el tallo que es un gran nudo y de él se desprenden unas estructuras alargadas, los pámpanos, que se enroscan alrededor de los obstáculos que se encuentran. Las flores son pequeñas y de color verde, y cuelgan en racimos. Los frutos son globosos y están recubiertos de un polvo fino y blanco, estos frutos son las uvas.

Juan 15:1-2, 5, 8. “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.

1.    Jesús es la vid: Aquí nos está dejando saber que él es el tronco, que él es quien es el comienzo, y de él se desprenden los pámpanos que van a dar fruto, el como tronco está en la tierra agarrado y es el encargado de pasar el alimento y de sostener a la planta.

2.    El padre es el labrador: El labrador es quien se encarga de cuidar la viña, ya sea el dueño, o la persona que ha sido contratada para cumplir una tarea muy sencilla, tratar de obtener la mayor cantidad de kilogramos posible de uvas, ya que esto representaría una cosecha saludable.

3.    Usted y yo somos los pámpanos: En la viña los pámpanos son el centro de atención de los esfuerzos del labrador, porque son los que producen fruto. Se trata que los pámpanos queden de manera extendida y que abarquen más espacios, porque de esta manera podrá circular mejor el aire por en medio de los pámpanos y recibirá una mayor cantidad de sol, además de poder llegar mejor hasta ellos a la hora de atenderlos.

El Señor Jesús insiste en dejar esta enseñanza antes de su partida porque el sabe que es muy importante que sus seguidores entiendan acerca de producir fruto. El fruto que nosotros debemos producir en la vida es la forma en la que Dios recibe en la tierra el honor que él se merece.

En Juan 15:8 dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”

Nosotros podemos producir dos tipos de frutos: los frutos internos y los externos.

Llevamos o producimos fruto interno cuando le permitimos a Dios que obre en nuestras vidas y nos alimente para producir en nosotros una nueva calidad de vida que se asemeje lo más posible a Cristo. Gálatas 5:22 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”.

Llevamos o producimos fruto externo cuando le permitimos a Dios que el obre a través de nosotros, de manera que le demos la gloria a Él. Por supuesto que aquí entra el compartir nuestra fe y las cosas que Dios hizo y hace en nuestras vidas con las demás personas para que lleguen al conocimiento de la verdad. Los apóstoles tenían que aprender que todos los aspectos de la vida son oportunidades para llevar fruto a Dios, el apóstol Pablo escribió en 2da. Corintios 9:8 “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”.

¿Cuál es la importancia y el valor de llevar fruto? Jesús dijo en Juan 15:16 “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” El fruto es el único depósito permanente en el cielo y el fruto real permanece para siempre.

Como es de saber en las cosechas de uvas se utilizan canastas de mimbre para recoger los frutos, es decir las uvas, cuando nuestro señor Jesucristo está dando esta enseñanza su enfoque es hacia los resultado, es decir hacia la cantidad de fruto que se obtendrá de los pámpanos.

Al leer detenidamente nuevamente este capítulo vamos a descubrir que hay 4 clases de canastos que se recolectan en tiempos de cosechas.

1.    El Canasto que esta vacío: Que no tiene ningún fruto, Juan 15:2 “Todo pámpano que en mí no lleva fruto” (Estéril) ¿Hay cristianos estériles?

2.    El Canasto con fruto: Tiene algo de fruto, muy poco pero tiene. Juan 15:2 “Y todo aquel que lleva fruto”

3.    El Canasto con más fruto: Tiene una buena cantidad de fruto. Juan 15:2 “Mas fruto”

4.    El Canasto con muchísimo fruto: Tiene fruto en abundancia y da placer recoger su fruto por ser de gran tamaño y cantidad. Juan 15:5 “Este lleva mucho fruto”

El padre quiere que le demos más fruto, lo quiere tanto que atiende activamente nuestras vidas, de manera que vayamos ascendiendo: de pámpanos estériles a pámpanos productivos y de canastas vacías a canastas desbordantes.

Ahora vamos a pensar nosotros dentro de que clasificación estamos, que clase de canasta es la que van a recoger debajo de nosotros, ¿Cuál de las 4 canastas será la que se obtenga de nuestro pámpano?, ¿acaso nos estaremos comportando como estériles?

EL PÁMPANO ESTÉRIL

Juan 15:2 dice: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. Muchos de nosotros hemos crecido en hogares cristianos y hemos asistido a la iglesia por más de 10 o 15 años, y en este versículo siempre se encuentra la forma de llamar la atención a los miembros para que se pongan activos o de lo contrario se irían al infierno o perderían su salvación.

Pero hoy vamos a descubrir un gran secreto, si leemos bien, la cita dice: “que en mi”, en la Biblia encontramos que a los creyentes se les denomina como personas que están “en Cristo”, por ejemplo:

En 2da. Corintios 5:17, dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

Y 1ra. Corintios 1:30, dice: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención”.

Podemos afirmar con tranquilidad que es posible estar “en Cristo” y no llevar fruto o actuar de manera estéril.

De aquí aprenderemos algo que va a cambiar nuestras vidas, y la forma de ver las cosas, siempre se nos dijo que seriamos quitados de la vid si no llevábamos fruto, pero si vamos al original en el griego en que fue escrita esta porción bíblica vamos a encontrarnos con la palabra “airo” que significa “tomar o levantar”. De hecho tanto en la Biblia como en la literatura el “airo” nunca significo “cortar”, por lo tanto en algunas Biblias como lo es en la versión Reina Valera de 1960, donde el verbo se utiliza de esa manera es una pobre interpretación y traducción, que nos deja al margen de una maravillosa verdad.

“Levantar” nos muestra la imagen del labrador inclinándose para levantar el pámpano, la pregunta es porque levantar. Y la respuesta es que los pámpanos nuevos tienen la tendencia natural de arrastrarse y crecer en el suelo. Pero ahí abajo en el suelo no dan ni producen fruto, ya que cuando están allí las hojas se llenan de polvo y no recibe la luz del sol para realizar su proceso de fotosíntesis, además cuando llueve se llenan de lodo y por consiguiente de moho, y de esta manera el pámpano se enferma.

Podríamos pensar que una vez que el pámpano se encuentra en esa situación solo resta cortarlo y desecharlo, pero no es así, todos los labradores saben lo valiosos que son los pámpanos, entonces el labrador recorre las filas del viñedo en busca de pámpanos hundidos en el lodo y lleva en su mano una tina de agua. Cuando los encuentra, los levanta y los lava, y los vuelve a enredar y atar en el enrejado y para sorpresa de nosotros vuelve a prosperar casi inmediatamente. Comprobamos nuevamente esta verdad Juan 15:3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. Este versículo nos demuestra que él no nos corta y es como acabamos de revelar o entender que nos levanta, nos limpia, y nos coloca de nuevo para que cumplamos la función para la cual hemos sido creados (Llevar fruto).

“El pámpano es demasiado valioso y costoso como para ser cortado”

¿Cómo va a hacer Dios para que nuestro pámpano pase de estéril a hermoso y de esta manera podamos empezar a producir fruto para las canastas?

“Si su vida se convierte en un pámpano estéril Dios va a intervenir para disciplinarlo”. Sí, Dios tiene que tratar con nuestra vida y es en ese momento donde él tiene que levantarnos y limpiarnos pero para que eso suceda Dios tiene que usar métodos que a veces son dolorosos para que aprendamos la lección. Su propósito es limpiarnos y liberarnos del pecado, para que podamos tener una vida más abundante para la gloria de Dios.

Dios llama a este proceso disciplina o castigo, y lo hace de manera amorosa porque entra en acción para levantarnos y apartarnos de nuestros caminos que son destructivos y estériles.

Deuteronomio 8:5 dice: “Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga”.

Todos nosotros somos criaturas caídas, por lo tanto pecamos de vez en cuando, pero la disciplina de Dios comienza cuando hay un problema serio de pecado, una forma de conducta o actitud que no le agrada a Dios y  que no es beneficiosa y que nos está arruinando la vida.

¿Les gusta a los niños la disciplina? Por supuesto que no ¿le gusta al padre disciplinar al hijo? Claro que no, ¿pero porque lo hace? Por amor, porque es la única manera por la cual va a captar su atención.

Hebreos 12:5-8 dice: “y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os tratara como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.”

Tu reflexión debe de ser: Yo quiero ser un hijo legítimo y no un bastardo, por lo cual desde ahora voy a recibir de otra manera la disciplina.

Recuerda…

·         La disciplina procede de Dios.
·         Dios disciplina a todos los creyentes.
·         Dios siempre actúa movido por su amor.

¿Por qué si Dios es tan amoroso, recurre a métodos que producen dolor aunque sea mínimo? La respuesta es simple, porque el necesita captar nuestra atención y conseguir de nuestras vidas resultados altamente favorables.

Hebreos 12:11 dice: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

Tal vez no estemos dispuestos a recibir el castigo o la corrección de parte de Dios, porque cuando fuimos chicos nuestros padres aplicaron en exceso este proceso pero cuando se trata de Dios las cosas siempre son hechas por necesidad apremiante de cambiar algo para bien y siempre es con mucho amor.

Hebreos 9-10 dice: “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.”

Todo depende de nosotros, la disciplina de parte de Dios no tiene porque continuar, ya hemos aprendido que él quiere que dejemos eso que está mal en nuestra vida para algo mejor. Cuando el labrador atiende al pámpano que esta enlodado y en el suelo no piensa en el dolor que le va a causar al erguirlo y corregir su curso, está pensando en la abundancia y el gozo que va a traer cuando empiece a producir.

Esto debe motivarnos a no pasar ni un minuto más de lo necesario en el suelo y en el lodo, sino a entender que Dios quiere obrar, cambiar, restaurar y limpiarnos para que podamos pasar a llenar la segunda canasta y así sucesivamente hasta llegar a la cuarta de abundancia.

Por eso, ríndete hoy a Dios, tal vez él ha estado disciplinándote para que entiendas que hay áreas o cosas que a él no le agradar y que a ti no te van a servir, él está tratando de limpiarte y erguirte de nuevo para que puedas prosperar lo antes posible y poder llevar fruto en abundancia.

Recuerda que la decisión es tuya, que clase de cesta quieres debajo de tu pámpano, estás dispuesto a dejar que Dios obre y quite lo que está mal y dejarte levantar, solo pídeselo a él y si ya está tratando con algo en tu vida suéltalo y ¡¡decídete a ser un pámpano creado para producir en abundancia!!

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