Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan
del cielo, más mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan
de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá
hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6:32-35
Jesús dijo que Él es el pan de vida y
cuando Jesús hizo esta afirmación Él estaba pensando en varias cosas a la vez
las cuales eran muy fuertes y tenían un gran significado para los discípulos a
quienes se estaba dirigiendo.
El pan era uno de los alimentos
principales en la dieta de los judíos. El pan más que un alimento era un estilo
de vida.
Pensar en pan era algo que abarcaba
muchas áreas de la vida social, la manufactura del pan ocupaba tanto el tiempo
y el esfuerzo de muchos hombres y mujeres judías los cuales se dedicaban
precisamente hacer el pan diario para alimentar a los niños, a los ancianos, a
los adultos, a los hombres, a las mujeres, a los extranjeros, a los judíos, a
los romanos, a los griegos y a todo aquel que pasara por las ciudades de Israel
en los tiempos de Jesús.
Que belleza, ¿verdad? Jesús el
pan de vida no sería de propiedad privada de nadie, su obra alimentaria al
mundo entero sin límites de edades, sexo, nacionalidad.
Jesús sabía que después de su muerte
y habiéndose levantado de los muertos en su gloriosa resurrección Él se convertiría
para muchos no tan sólo en su Salvador, o solamente en el perdonador de
sus pecados sino también en su razón para vivir, su motivación,
fortaleza eterna y el nombre de Jesús estaría tan enraizado en los corazones de
sus seguidores que la gran mayoría ocuparían día y noche trabajando, creando,
escribiendo, en pocas palabras alimentándose y alimentando a otros con el pan
celestial: Cristo Jesús.
La gran verdad que muchos aún no han
entendido es que conocer a Jesús, y comprenderlo realmente te levanta, te
reanima, y te da una nueva razón para vivir. El no tener a Jesús nos deja
vacíos, cuando Jesús llega a nuestra vida, nos llena, nos alimenta y este
alimento nos da la fuerza para continuar a una vida llena de satisfacción.
Su palabra dice que Él nos llama a
nosotros, Él nos ha escogido a nosotros primero, si tu estas en Jesús, o apenas
sientes curiosidad por acercarte a Él, es simple y sencillamente porque Jesús
te ha escogido, y te está llamando. Se te está dando el privilegio de alimentarte
de El: alimentarse de Él va más allá de un lindo ritual.
Si no te alimentas de Él, nada que
sustituya al pan de vida calmará tu inquietud, (comes y no te llenas, tratas de
ser feliz ocupándote en tus cosas, pero así nunca lograrás la felicidad).
Si sientes hambre por El, puedes
acercarte ahora mismo y simplemente cerrar tus ojos en respeto y adoración y
decirle, Jesús, mi pan de vida, dame de ti.
Él se nombra a sí mismo “pan de vida”
y Él sabe que nosotros sin Él no somos nada, pereceríamos sin su presencia, sin
alimentarlos diariamente de su palabra y de su amor, y sin tener en nuestro
espíritu ese toque divino del pan que bajó del cielo.
Como dice una cantico cristiano:
“Es Jesús el pan de
vida, mi necesidad primera y sin El yo nada fuera…”
Cuando flaquea mi fe y siento
desfallecer
Cuando no puedo seguir y faltan
fuerzas en mí
Puedo a la mesa venir y puedo el pan
compartir
Es Jesús el pan de vida el maná de mi
desierto, mi energía
Mi sustento es Jesús el pan de vida
mi necesidad primera y sin ti
Yo nada fuera porque Jesús es pan de
vida eterna
Cuando flaquea mi fe y siento
desfallecer
Cuando no puedo seguir y faltan
fuerzas en mí
Puedo a la mesa venir y puedo el pan compartir